Cassy

Ellos la cambiaron.
Se encargaron de hacerla como ellos querían, robando su humanidad.

 Cassandra se sentía horrible, sentía que estaba condenada, pero no tenia el coraje para matarse.

 Cassy vagaba por las calles de Chicago, recordando las palabras del hombre mientras entraba y salia de la inconsciencia: "el sujeto 019 responde satisfactoriamente al suero KIV" "señor el sujeto esta listo para ingresar a la cámara" luego venia el otro recuerdo, el que la hacia temblar : "¡ código rojo! ¡tenemos un problema aquí! ¡el sujeto esta enloqueciendo!¡es un monstruo!" "¡ayuda! mato a tres doctores 'esta incontrolable!¡se escapa sujétenla!" y luego los gritos.
 Gritos de mujeres y hombres de todas las edades.
 Ella los había matado en un parpadeo.
 Los había odiado a todos por igual.
 La habían torturado e inyectado cosas que ni ellos podían nombrar.

 Recordaba la excitación que había sentido al matar a cada científico que se cruzaba frente a ella mientras escapaba de las instalaciones del laboratorio hacia su libertad, a cada guardia y policía que se atrevía a intentar detenerla.

 Era una asesina que había disfrutado del frenesí de placer al despedazarlos y la adrenalina corriendo su corrompida sangre.

 Cassy miro sus manos.

 Había pasado casi un mes desde que pudo escapar, pero aun podía ver la sangre de cada persona que asesino en ellas, parecía un recordatorio de lo que hizo.
 Parecían acusarla, diciendo que ella era tan asesina como aquellos a los que mato.

   Un gruñido de angustia retumbo en su garganta.

 En sus manos crecieron garras, filosas garras asesinas y los caninos estallaron en su boca dolorosamente, haciéndola estremecer.
 Sin mirarse, Cassy sabia que su piel tenia manchas café.

 Manchas de jaguar.

 Habían experimentado con ella.

  La habían transformado en una mujer jaguar.
  Sus sentidos se realzaron:
  Tenia mejor su vista, viendo como si fuera de día en la mas negra y oscura noche.
 Su audición, que captaba hasta el batir de las alas del insecto mas pequeño, el ruido de las hormigas al caminar, todo.
   Los bellos finos y casi invisibles de su cuerpo, actuaban como los bigotes de un felino, eran sensibles y le alertaban del peligro, la ayudaban a orientarse.
  Tenia mejor equilibrio, era veloz y ágil, pero, ¿de que servia todo eso si era una asquerosa maquina de matar?
 Sabia que era un experimento, muy posiblemente del gobierno.

 Su estomago rugió, sus sentidos se alertaron.

 Era hora de cazar.

 Cassy no elegía cualquier tipo de victima.

 No.

 Ella elegía criminales, vendedores de droga, ladrones, matones y a unos metros de ella, había uno, esperando a su victima.

Pobre infeliz.

 Por propia voluntad se metió al asqueroso callejón, lleno de basura maloliente, de las ratas moviéndose por el asqueroso suelo.
   Podía oler la basura, y también los deshechos humanos, orina y materia fecal.
    Era obvio que había un "baño" de vagabundos allí.

 Se movía con la destreza de un felino, sigilosamente, siempre alerta, no quería ojos curiosos sobre ella, evitaba los lugares con publico o donde hubieran cámaras que pudieran grabarla y causarle problemas que no deseaba.

 Cassy era consciente de ella como mujer, con sus 172 cm de alto, su cuerpo delgado con buenas curvas, su pelo rubio cobrizo, sus labios rellenos, sus ojos color almendra que en la noche parecían ojos amarillos de un gato.

 Desde que huyo, a cassy le gustaba usar ropa cómoda, así que esta noche tenia un traje de cuero que estaba compuesto por dos partes, un pantalón negro ajustado y sexy, y un top rojo de cuero, sus botas de plataformas altas no le impedían correr.

 Como mujer era hermosa, una de las únicas cosas que conservaba de cuando era una tonta humana arrogante y codiciosa.

 Gruño y abrazo a la bestia que habitaba en ella, su bestia, convirtiéndose en el monstruo que era. Su victima excitada y drogada por el Crack, la vio caminar dudosamente entre la basura, creyendole cuando ella fingía terror y angustia, se abalanzo hacia ella por la espalda, sujetándola del cuello y tocando sus senos, dispuesta a violarla.

 Tenia un cuchillo contra el cuello de cassy.

 Ella se dejo arrastrar hacia la pared del callejón mientras el intentaba desvestirse a si mismo y a ella.

 -Que bonitas piernas ramera-le susurro al oído, ella se asqueo del aliento pútrido del idiota, del sonido de sus jadeos, de su olor.

 -Si, que bonitas piernas patea traseros tengo-gruño ella y se dio vuelta, dándole una patada en el estomago, su victima se doblo del dolor y ella se quejo, odiaba que no le dieran pelea, no era para nada divertido matarlos si no luchaban por sus patéticas vidas- vamos cretino, pelea ¿o ya no quieres a esta ramera?-lo acuso y el se abalanzo a ella, mientras ella iba por el.
 Colacionaron en el aire, pero cassy, como todo felino, ataco a la yugular, hundiendo sus dientes en su cuello y robando su desperdiciada vida.
 Su victima soltó un sonido estrangulado mientras se entregaba a los brazos de la muerte.
 Logro clavar el cuchillo entre las costillas de cassy, pero ella sin soltar del todo a su victima, logro arrancárselo e inmediatamente comenzó a sanar.

 Una vez que termino, se cargo el cuerpo a los hombros y corrió con el a cuestas.

 Corrió hasta un basural donde se deshizo del cadáver, quemandolo hasta los huesos y luego desparramando las cenizas, borrando toda evidencia que la pudiera culpar.

 Cassy soltó un lamento derrumbándose en el asqueroso y sucio suelo, lleno de mugre y chacos pegajosos, y allí lloro a quien una vez fue mientras los primeros rallos rojizos del sol la alumbraban, dándole un aspecto fantasmal, un bello aspecto fantasmal.

 Pero cuando recordó todo lo que perdió, su pequeña hijita ally y su esposo john, asesinados por los mismos que la asesinaron a ella, la vida feliz que una vez tuvo, rujió, se paro y comenzó a correr. Si no podía matarse a si misma, mataría a cada persona que lo mereciera. No quería ser una especie de heroína, como la mujer maravilla, ella solo quería justicia. justicia por lo que le hicieron.


 -sucubita

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